Durante muchos años he sido muy perfeccionista, me he enfocado mucho en los detalles. Parece que es guay o cool estar a full, ir a mil y todas esas expresiones que te hacen estar súper ocupado, pero que en realidad únicamente te hacen ir por la vida como pollo sin cabeza, sin rumbo ni sentido.
Hace algún tiempo comencé a aplicarme el dicho “Mejor hecho que perfecto”. Desde que lo hago siento que soy mucho más eficiente y feliz. Me he dado cuenta de que si me quito esa vieja exigencia de hacerlo todo bien, y además lo hago con amor, ganamos todos.
¿Qué te parece a ti?
Esta foto me la hizo el periodista y fotógrafo José Alarcón en un viaje de trabajo a Túnez. Ya sé que lo he contado mil veces, ¡pero el público se renueva!